viernes, 16 de mayo de 2014

BENITO LERTXUNDI - 1977 - ZUBEROA



Recién acabada la larga dictadura de Franco el vascuence despertó como una bella doncella y se hizo poesía y canción. Algunos ingenuos pensamos en una especie de renacimiento cultural pero enseguida el vascuence se convirtió en euskera batua, y la bella doncella, en la lengua del terrorismo y de sus cómplices. El primer disco que compramos de aquello que nos parecía un renacimiento fue GUREA EZ DIREN de IÑAKI EIZMENDI (1977) que tenía una portada muy urbana y gris con una foto en la Avenida del Ejército de Deusto. Aunque nunca entendimos las letras era un disco que tenía nervio y que transmitía energías y esperanza.


A BENITO LERTXUNDI fuimos a escucharle en directo al Paraninfo de la Universidad de Deusto poco después de que sacara el álbum que os paso hoy: ZUBEROA. Parecía entroncar con el folclore de tiempos mucho más antiguos, medievales incluso, y tenía una instrumentación, unos arreglos y una presentación, con la que parecía que ya estábamos en Europa.


Luego nos compramos el emblemático BAT IRU de MIKEL LABOA, que nunca me llegó a gustar mucho pero que era obligatorio tener para entender algo de lo que pasaba allí, porque por lo visto, el tal LABOA estaba en el epicentro de aquello que creímos que era un renacimiento cultural. Nuestra última adquisición fue la de un grupo un poco más pachanguero y cercano, OSKORRI, con el que prácticamente cerramos nuestro ciclo musical vasco.

El renacimiento de aquella lengua tan antigua y musical fue engullido de inmediato por la religión del nacionalismo y que yo sepa, ningún cantante en vascuence marcó distancias con la penosa y reduccionista idea de que la lengua pudiera ser un vehículo de cobertura de la siniestra deriva hacia sí mismos por la vía del terror y la política separatista.


Por lo que he leído en una entrevista reciente publicada en internet, ni siquiera Benito Lertxundi, que parecía el más sensato y profundo de todos ellos, marcó una clara línea de separación entre lo uno y lo otro. En los ochenta el euskera pasó de sus manos a las del rock zulú, y desde entonces le perdimos la pista.

Como en tantas oportunidades perdidas queda de aquel momento musical una nostalgia y ciertos brotes de belleza que yo sigo invitando a escuchar porque cuando no se entiende la letra, la música puede sugerir cosas mucho más bellas, no importa si equivocadamente o no.

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